miércoles, 2 de noviembre de 2016

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El hombre, el niño y el burro

Un hombre y su hijo iban una vez  con su burro de camino al mercado, mientras caminaban a su lado pasaba un  hombre de campo que dijo:
- '¿para qué es el  burro  sino para montarlo?'.
Así que el hombre puso al niño en el burro y siguieron su camino, pero pronto pasaron un grupo de hombres, uno de ellos dijo:
- 'Mira ese joven perezoso, él deja a su padre caminar mientras el monta cómodamente'.

Así que el hombre que ordenó al muchacho que bajara, y se subió él, pero no habían ido muy lejos cuando pasaron dos mujeres, una de ellas le dijo a la  otra:
- '¡Qué vergüenza que patán perezoso como  deja que su pobre hijo camine mientras el va en el burro'.
Bueno, el hombre no sabía qué hacer, pero al fin tomó su niño y lo subió delante de él en el burro. Para entonces habían llegado a la ciudad, y los transeúntes comenzaron a burlarse y apuntarles. El hombre se detuvo y preguntó  de qué se estaban burlando y los hombres dijeron:
-'¿No te da vergüenza de la sobrecarga que lleva el pobre burro contigo y tu hijo?'.
El hombre y el niño se bajaron y el hombre trató de pensar qué hacer. Pensó y pensó, hasta que por fin cortaron una vara, ataron los pies del burro a la misma, y levantaron la vara y el burro a sus hombros, iban entre las risas de todos los que los veían pasar hasta llegar al puente del Mercado, cuando el burro, con uno de sus pies sueltos, resbaló y cayó sobre el río, lo que provocó las carcajadas de todos los ciudadanos.
-'Eso les enseñará', dijo un anciano que los había seguido.


Los juicios que se emiten muchas veces parecen de una certeza absoluta, algunos presencian sólo  momentos aislados, tienen una lectura parcial cargada de una mirada que tiene que ver más con lo que somos nosotros, que con lo que creemos de los demás. Una mirada que habla de nosotros, de nuestras emociones, nuestras historias, y volcamos hacia afuera en forma de frustración nuestro juicio de valor parcial. 
Podemos mantenernos abiertos a las observaciones ajenas,entendiendo y respetando al otro, pero sin perder de vista que el destino lo contruyo yo, que la meta que sigo, es mía y que los actores que se presentan en mi camino están ahí para entender algo, para aprender algo, y seguir adelante. 
 Ser complaciente con lo que no elegimos, nos confunde. Muchas veces ser complaciente, no es la mejor elección.
By Bettina Geloni