domingo, 25 de mayo de 2014




Dos monjes y una mujer.


Dos monjes zen iban cruzando un río. Se encontraron con una mujer muy joven y hermosa que también quería cruzar, pero tenía miedo. Así que un monje la subió sobre sus hombros y la llevó hasta la otra orilla.

El otro monje estaba furioso.
No dijo nada pero hervía por dentro.
Eso estaba prohibido.
Un monje budista no debía tocar una mujer y este monje no sólo la había tocado, sino que la había llevado sobre los hombros.

Recorrieron varias leguas.
Cuando llegaron al monasterio, mientras entraban, el monje que estaba enojado se volvió hacia el otro y le dijo:

-Tendré que decírselo al maestro.
Tendré que informar acerca de esto.
Está prohibido.

-¿De qué estás hablando? ¿Qué está prohibido? -le dijo el otro.

-¿Te has olvidado? Llevaste a esta hermosa mujer sobre tus hombros -dijo el que estaba enojado.

El otro monje se rió y luego dijo:
-Sí, yo la llevé. Pero la dejé en el río, muchas leguas atrás. Tú todavía la estás cargando...



Y tú… ¿qué cargas?

A veces cargamos con el pasado, la culpa, el resentimiento, etc. Cargamos con tantas cosas, tan grandes y pesadas, que caminamos encorvados, dejando de ver todo lo positivo que hay a nuestro alrededor.

Todos podemos tener una vida mejor. Libérate de las cadenas que te mantienen atrapado. Aprende a soltar, a dejar ir.


El árbol de los problemas.


Había contratado un carpintero para ayudarme a reparar mi vieja granja.
Él acababa de finalizar su primer día de trabajo que había sido muy duro. Su sierra eléctrica se había estropeado lo que le había hecho perder mucho tiempo y ahora su antiguo camión se negaba a arrancar.

Mientras lo llevaba a su casa, permaneció en silencio.
Una vez que llegamos, me invitó a conocer a su familia. Nos dirigíamos a la puerta de su casa y se detuvo brevemente frente a un precioso olivo centenario tocó el tronco con ambas manos.

Al entrar en su casa, ocurrió una sorprendente transformación. Su bronceada cara sonreía plenamente. Abrazó a sus dos pequeños hijos y le dio un beso a su esposa. La energía había cambiado completamente. Posteriormente me acompañó hasta el coche.
Cuando pasamos cerca del olivo, sentí curiosidad y le pregunté acerca de lo visto cuando entramos.

- Ese es mi árbol de los problemas, – contestó
- Sé que no puedo evitar tener problemas durante el día como hoy en el trabajo por ejemplo, pero no quiero traer estos problemas a mi casa. Así que cuando llego aquí por la noche cuelgo mis problemas en el árbol. Luego a la mañana cuando salgo de mi casa los recojo otra vez.

- Lo curioso es, – dijo sonriendo – que cuando salgo a la mañana a recoger los problemas del árbol, ni remotamente encuentro tantos como los que recuerdo haber dejado la noche anterior. Maestro: si te centras en el ahora desaparecen todos los problemas.



Y tú, ¿qué haces con tus problemas?
¿Permites que tomen el control de tu vida o eres tú quien lleva el control?

No es fácil colocar a nuestros problemas en un compartimento, donde podremos retomarlos cuando tenemos la tranquilidad y capacidad emocional necesarias para resolverlos adecuadamente. Sin embargo es importante aprender a hacerlo.

Además, cuando nos enfrentamos a ellos, en el lugar y momento adecuados, no sólo podemos verlos de una manera distinta, más objetivamente, sino que podremos encontrar y aplicar su solución con mayor facilidad.



By Bettina Geloni



jueves, 22 de mayo de 2014

Kintsukuroi








Cuando los japoneses reparan objetos rotos, enaltecen la zona dañada rellenando las grietas con oro. 
Ellos creen que cuando algo ha sufrido un daño y tiene una historia, se vuelve más hermoso. 
El arte tradicional japonés de la reparación de la cerámica rota con un adhesivo fuerte, rociado, luego, con polvo de oro, se llama Kintsugi. 
El resultado es que la cerámica no sólo queda reparada sino que es aún más fuerte que la original. En lugar de tratar de ocultar los defectos y grietas, estos se acentúan y celebran, ya que ahora se han convertido en la parte más fuerte de la pieza. 
Kintsukuroi es el término japonés que designa al arte de reparar con laca de oro o plata, entendiendo que el objeto es más bello por haber estado roto.
Llevemos esta imagen al terreno de lo humano, al mundo del contacto con los seres que amamos y que, a veces, lastimamos o nos lastiman.
¡Cuán importante resulta el enmendar! 
Cuánto, también, el entender que los vínculos lastimados y nuestro corazon maltrecho, pueden repararse con los hilos dorados del amor, y volverse más fuertes.
La idea es que cuando algo valioso se quiebra, una gran estrategia a seguir es no ocultar su fragilidad ni su imperfección, y repararlo con algo que haga las veces de oro: fortaleza, servicio, virtud... 
La prueba de la imperfección y la fragilidad, pero también de la resiliencia —la capacidad de recuperarse— son dignas de llevarse en alto.

El Perdón




El perdón es la fuerza sanadora más poderosa del universo, y es la puerta hacia la libertad, pues sólo perdonando a los demás y a ti mismo podrás sentirte libre interiormente.

El perdón proviene del Amor, por eso sólo puedes perdonarte si te amas a ti mismo. Y después de haberte perdonado, sentirás un Amor aún más profundo, el Amor se habrá expandido. Perdonar es el mayor regalo que puedes darte a ti mismo.

A veces tenemos ciertas resistencias a perdonar. Pensamos que si nos perdonamos o perdonamos a alguien, le estaremos quitando importancia a lo sucedido. Pero en realidad no se trata de perdonar lo que uno mismo o el otro hizo. Se trata de perdonar el por qué actuamos de determinado modo.

Si abres tu corazón de verdad a alguien, por ejemplo, y esa persona te engaña y te traiciona, quizás te resulte difícil perdonarle, pues tu mente te dirá que lo que ha hecho es injusto y cruel. Imperdonable. Al fin de cuentas tú le entregaste lo mejor de ti, y le amaste de verdad.
Pero si expresas la ira o el profundo dolor que quizás sientas, y luego meditas acerca de todas las lecciones que esa experiencia te trae y las integras, el perdón llegará de un modo fácil, sin esfuerzo.

No perdonas la traición en sí misma, sino los motivos que le llevaron a esa persona a actuar de aquel modo. Quizás haya sido el miedo a estar vulnerable y abrirse de verdad. O tal vez la persona no se sentía merecedora de tu Amor, pues se sentía culpable de sus “errores” pasados, o simplemente no se amaba a sí misma lo suficiente. Entonces puedes ponerte en su lugar, puedes comprender sus limitaciones, y perdonarle por esas razones se torna más fácil. La persona estaba, sencillamente, asustada y herida.
Entonces guardarás en tu memoria y en el corazón todos aquellos momentos hermosos y mágicos compartidos, y todo lo demás caerá en el olvido por sí mismo.

También irás comprendiendo que los demás son apenas tu espejo. Y cuando el otro actúa de un modo que te hiere de alguna manera, te está mostrando, aún sin ser consciente, algo que debes sanar en ti mismo.

Otra resistencia a perdonar proviene del miedo de que, al hacerlo, uno se vea en la obligación de reconciliarse con el otro. Pero esto no es necesario si no lo sientes, o no es lo adecuado para ti y tu crecimiento.
Recuerda que la función del perdón es liberarte. Te perdonas y perdonas al otro para recuperar la libertad de tu alma. Y por eso mismo el perdón no conlleva ninguna obligación con los demás.
Es importante tener en cuenta que el perdón no es otorgado desde una posición de superioridad. Si lo consideras de este modo, tendrás resistencias para perdonar, porque te sentirás incómodo o inadecuado. O entrarás en una sutil lucha de poder, que es exactamente lo opuesto a lo que el perdón brinda.
En lugar de pedirle perdón a alguien, es mucho más sano y efectivo sentir arrepentimiento, y no culpa, y decirle al otro de un modo sincero y profundo: “Lo siento, lo siento mucho”.

Recuerda que sin perdón no puede haber Amor, ni por los demás ni por ti mismo. El perdón es la mayor fuerza liberadora que existe en todo el universo. Al perdonarte y perdonar al otro, ambos son liberados. Ya están libres, ya sea para seguir con la relación pero de un nuevo modo, o para que cada uno pueda seguir su respectivo camino.
Recuerda que te mereces perdonarte siempre, no importa lo que hayas hecho o haya sucedido. El perdón te conduce al verdadero Amor, al Amor incondicional, al Amor eterno e infinito.




miércoles, 21 de mayo de 2014

Anclajes




Anclajes: 

Es el proceso mediante el cual cualquier representación (interna o externa) se conecta y sirve de inicio a una serie correlativa de representación y reacción.

 Los anclajes pueden producirse de manera espontánea, o establecerse deliberadamente. Un ejemplo de anclaje puede ser cuando una persona muy querida pronuncia nuestro nombre, otro por ejemplo son las personas que estando fuera de su país ven la bandera de su nación, en su cuerpo ocurren una serie de reacciones que causan una seria de actos (por ejemplo llorar porque extrañan el lugar en que nacieron), o sea diríamos que esas personas se anclaron a su pasado cuando vivían en ese lugar y les dio nostalgia por no poder volver


Al evocar una experiencia concreta resucitamos toda la información sensorial captada y almacenada en un momento.
También podemos reconstruir la experiencia en una totalidad a partir de un trazo, de un fragmento de la situación. A esta parte le llamamos “Ancla”.
Por ejemplo, una melodía puede remitirnos al recuerdo de un amor, un olor a la cocina de la abuela o de su madre. Una imagen a un viaje, etc.
Cualquier información sensorial concreta es capaz de servir como ancla para recordar una vivencia.

Es posible establecer un estímulo externo y ligarlo deliberadamente con la experiencia, a fin de resucitar esa experiencia en el momento deseado. Esto se denomina “ANCLAJE” y es una técnica muy usada en Programación Neurolingüística.
Según esta escuela es imposible el no anclaje para el ser humano. Es una programación natural del ser.

La utilidad de este procedimiento en la modificación del comportamiento es obvia porque puede establecerse para movilizar experiencias de éxito en las personas y recurrir a ellas cuando se 
necesitan.
Los fundadores de la PNL consideran que constituye una de las mejores técnicas terapéuticas. 
Las anclas se deben establecer en cualquiera de los sistemas sensoriales pero el kinestésico es el mas sencillo.

El anclaje (presión ejercida en alguna parte del cuerpo) debe estar directamente relacionado 
con la fuerza del estímulo. Se busca a través del recuerdo un momento de excelencia personal o un momento cumbre.

Permiten:

• Acceder a los recursos (sentimientos y estados) que quiera cuando quiero
• Sustituir sentimientos y pensamiento no deseados por otros que elija
• Adquirir el control sobre las emociones
• Influir sobre las respuestas que provoca e oras personas.
• Conectarse con sus recuerdos y con su imaginación como parte del desarrollo personal.

Colapso de Anclajes:

Ejercicio:

Si está enojado con alguien y desea cambiar esos sentimientos puede imaginar el rostro de una 
persona a quien aprecia mucho y colocar la imagen en la mano derecha y en la izquierda el rostro de 
la persona con quien está disgustado.

Entonces mire la imagen de la persona con la que está enojado y luego la de quien le gusta y 
repita las miradas a uno y oro varias veces, cada vez más rápido. 
Luego junte las manos, respire 
profundo y espere uno minutos Ahora piense en la persona con la que sentía malestar, Es probable 
que le resulte indiferente y hasta simpática.

El colapso de anclajes permite cambiar la apreciación acerca de personas, cosas, 
espacios o lugares en pocos minutos.

Ejercicio:

Buscar un compañero y decidir un punto de anclaje. Verificar a partir de la fisiología que no 
tenga anclajes anteriores.

Pedirle que recuerde una situación que contenga una reacción pura de éxito y alegría, donde la 
sensación haya sido cumbre.
 Se le pide que reviva todo ese momento y cuando llega a la mayor 
expresión emocional se aplica el “Ancla”.

Luego en una conversación casual, se toca al pasar el ancla y deberá aparecer la fisiología del 
momento cumbre.


by Bettina Geloni