lunes, 8 de agosto de 2011


Un hombre tenía un sembrado con las flores más bellas y fragantes que nadie pudiera conocer. Año tras año ganaba el premio a las flores más grandes y de mejor calidad y como era de esperarse , era la admiración de todos en la región.
Un día se acercó a él un periodista para preguntarle el secreto de su éxito y el hombre contestó:
-- Mi éxito se lo debo a que de cada cultivo saco las mejores semillas y las comparto con mis vecinos, para que ellos también las siembren.
--¿Cómo?-- dijo el periodista-- pero eso es una locura. ¿Por qué comparte su mejor semilla con sus vecinos, si usted participa en el mismo concurso año tras año? ¿Acaso no teme que sus vecinos se hagan famosos como usted y le quiten el prestigio?
--Verá usted señor-- dijo el floricultor--: el viento lleva el polen de las flores de un sembrado a otro. Si mis vecinos cultivaran una semilla de calidad inferior, la polinización cruzada degradaría constantemente la calidad de mis flores. Si deseo cultivar las mejores y más bellas flores, debo ayudar a que mi vecino también lo haga.
Lo mismo ocurre con otras situaciones en nuestra vida. Quienes quieren lograr el éxito, deben ayudar a que sus vecinos también tengan éxito. Quienes decidan vivir bien, deben ayudar a que los demás vivan bien, porque el valor de una vida se mide por las vidas que toca. Y quienes optan por ser felices, deben ayudar a que otros encuentren la felicidad, porque el bienestar de cada uno se halla unido al bienestar de todos los demás. Es necesario compartir nuestras mejores semillas de cualidades y virtudes para obtener una excelente cosecha que se verá reflejada en una mejor sociedad.
Leonardo Wolk. ( el Arte de soplar las brasas en Accion)

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